miércoles, 25 de abril de 2012

MARATÓN DE MADRID 2012 - LA CARRERA

Primeros metros. Estoy tranquilo. Me preocupo por respirar bien y disfrutar del ambiente. Fuera todo el mundo anima. Dentro reina el buen humor (como se nota que es el primer kilómetro). Hay que tener cuidado de no tropezarse. Hay mucha gente, cada uno lleva su ritmo. Hay muchos grupos que van juntos y ocupan mucho trozo. Tienes que hacer muchas eses y preocuparte de un elemento adicional, debido a que las taquillas están en meta, la gente ha decidido llevarse prendas viejas para abrigarse antes de la salida y luego las tira cuando sale. El primer kilometro está lleno de sudaderas viejas pisoteadas y hay que esquivarlas. A alguno se le desabrocha la zapatilla y se para en medio. Nos avisamos cuando vemos cualquier obstáculo. Está claro que aquí nos vamos a ayudar todos y eso me gusta.

Llegamos al primer concierto en el km 2. El grupo saluda a los corredores y todos nosotros levantamos un brazo para animarlos a ellos. Lo mismo ocurre en el segundo, en el km 3,5 (estos son más cañeros). Este está a la altura del Santiago Bernabeu. Ni que decir tiene la infinidad de comentarios que se producen al haber sentenciado la liga el Madrid el día de antes ganando al Barsa en el Nou Camp. Yo, como antimadridista confeso que soy, guardo un discreto y respetuoso silencio. Como dijo Umbral, "yo he venido aquí ha hablar de mi libro".



Justo al final del Bernabeu, aparece una pancarta que nos avisa de que a 375 metros se separan la Marathon y la 10k. Los destalentados a la izquierda y los que conservan la cordura a la derecha. Bromas de todo tipo, recordándose en uno y otro sentido que aún se está a tiempo de cambiar. Algun marathoniano les llama "cobardes", aunque luego cree que lo mejor hubiera sido tirar para la derecha. Finalmente, justo en la división, unos y otros nos dedicamos un aplauso y nos deseamos suerte (¡¡¡Dios, tengo los pelos como escarpias!!!). Empiezo a darme cuenta de algo que no conviene perder de vista en cualquier empresa que se emprenda. Lo realmente importante no es la meta, sino el camino. Y este camino me está gustando, y mucho.



Con la tontería llevamos ya 4 km, y apenas he tenido tiempo de fijarme en el tiempo. Me fijo ahora porque habiendo salido con la liebre de 4,45, ya estoy alcanzando a la de 4,30 y la de 4,15 está justo delante. Eso es que vamos bien. El Garmin lo corrobora. El primer km ha sido más flojo, pero luego he cogido un ritmo muy bueno. Alrededor de 5´25" el km.

Nada más girar desde Alberto Alcocer para girar otra vez a la Castellana, me topo con dos corredores que sostienen una bandera del Atlético (dudo que hagan la Marathon entera de esa guisa) y a continuación alguien comenta: "mira, está viene con guardaespaldas". Pues bien, se trataba de una chica extranjera delgadita corriendo al lado de un auténtico armario de 2x2. Me quedo mirando al del comentario y me empiezo a descojonar. Poco tiempo, eso si, porque llega el primer avituallamiento. Curiosamente tengo sed. No es habitual que llevando sólo 5 km y haciendo fresco la tenga, pero supongo que los nervios juegan su partida. En cualquier caso habría bebido. Hay que beber en todos los avituallamientos, se tenga sed o no. Todos nos tiramos como locos a la primera mesa, como si se fuera a acabar. Luego nos damos cuenta de que hay muchas, cosa que aprendemos para los siguientes.

Giramos a la derecha, dejando las torres KIO y los rascacielos de Madrid, y, lo mejor de todo, comenzamos a bajar. La Castellana era toda para arriba, pero al ser los primeros kilometros ni te das cuenta, pero tus piernas si lo han notado, por eso se agradece la bajada. A partir de ahora y hasta el km 26 el terreno es cómodo.

En el km 6,5, giramos al Paseo de La Habana y allí se organiza un urinario improvisado de gran magnitud. A mano izquierda hay un murete y unos setos y no son pocos los que deciden hacer lo que no hicieron en casa. ¡¡¡Con la de veces que les habrá dicho su madre que el pipí hay que hacerlo en casa!!! Poco después, unos niños que salen de un colegio se ponen en fila en la acera para que choquemos las manos, igual que los jugadores de la NBA. Cada vez me gusta más esto.

En el 8 se produce algo espectácular. Se gira desde el Paseo de la Habana hacia Pío XII, para dirigirse hacia el sur. Se trata de una avenida muy ancha y en el momento de girar se está en lo más alto, lo que permite ver todo lo que hay delante, y esto no es otra cosa que una brutal marea humana. Es el primer punto donde los corredores podemos hacernos cargo de la dimensión de la carrera, ya que hasta entonces, nuestra vista ha abarcado como mucho los 50 corredores de nuestro alrededor.

Además de esto, se produce otro subidón, este provocado por la banda que hay sobre el el cuarto escenario. Justo cuando pasamos empieza a sonar el "Eye of the tiger". Imposible no sentirse Rocky subiendo aquellas famosas escaleras. Los corredores enloquecíamos.


La avenida enlaza con Príncipe de Vergara, y se prolonga por espacio de más de dos km. En el 9,5 siento una molestia en el isquio izquierdo. Es la misma que ya tuve en la Media Marathon de Sabiñánigo, y antes de que vaya a mayores le pido a un patinador que me eche reflex. Lo hace sin que me detenga, con una habilidad asombrosa. No se si por efecto del reflex, pero al poco tengo una aparición divina: una monja animando como loca en el lado derecho. Sin tiempo para nada más nos encontramos con el avituallamiento del km 10. En este toca el primer gel de los dos que llevo. En el 20 Fátima me dará los otros dos. En cuanto veo las mesas lo destapo y para dentro. Asqueroso no, lo siguiente. Pastoso, caliente y con mal sabor. Todo sea por lo bien que va. Necesito el botellín de agua para digerirlo, y con la tontería pasan otros dos kilómetros, hasta encontrarnos, en la calle Raimundo Fernández de Villaverde con otra vista similar a la de antes. Otra avenida de dos kilómetros donde se ve todo lo que tienes por delante. Pasamos por encima de la Castellana, por la que habíamos pasado hace una hora aproximadamente.

En cuanto llegamos a la Glorieta de Cuatro Caminos el recorrido cambia radicalmente. A partir de ese momento nos adentramos en calles más céntricas, estrechas y, sobre todo, con más público. En la Avenida Islas Filipinas (km 14) me empiezan a doler las rodillas, y automáticamente busco al patinador de turno para que me pegue un chufletazo de reflex y arreglado. En Guzmán el Bueno, un chino ha sacado de su tienda un avituallamiento improvisado, un montón de cajas de botellines de agua que nos ofrece muy gentilmente. Por cierto, en cuanto al tiempo, por el momento es buenísimo, se nota mucho el perfil de bajada y que "sólo" llevamos 15 km. El promedio es de 5´35" el km.

En cuanto giro por Alberto Aguilera toca estar atento, Fátima y Mirian me esperan en esta calle, y no se muy bien a que altura, y como sólo tiene un km, pues ala, a fijarse. Es crucial por dos razones. La primera para que puedan ir al siguiente punto y no se preocupen. La segunda porque quiero una barrita. No tengo hambre pero me hara bien. Más o menos a mitad de calle, nada más pasar una rotonda las veo a la derecha, y menos mal, porque ellas no me habían visto. Les pego un grito: "Fátimaaaaaaaaaaa, chocolatinaaaaaaaaaaaa". Eso si, tenían todo lo que se podía necesitar en sus cuatro manos. Cojo la barrita y me preguntan como voy. Esta vez no tengo que mentir, voy de puta madre.

A la chocolatina le pego un bocado y como es tan contundente no me apetece más. Por supuesto no la voy a tirar. A mi alrededor puede haber algun interesado. Pego un grito para ver si alguien la quiere. A mi derecha un chico se interesa. Se la paso y me da las gracias. Pero el también se conforma con un bocado. Le digo que yo no quiero más y aparece una vocecilla por la izquierda: "si no os la vais a comer, darme un poco". Para allá que va la barrita. 10 cm. de potencia gastronómica entre tres, casi nada.

A continuación giramos a la derecha, y viene uno de esos momentos por los que merece la pena correr la marathon: la Calle Fuencarral. Es una calle céntrica, comercial, estrecha, peatonal y ¡en bajada!. Está totalmente atestada de gente, que te anima sin descanso, tanto es así, que cuando estamos llegando abajo se empieza a oir el "oe oe oe oe". Automáticamente pienso que se trata del público, pero cinco segundos más tarde descubro que se trata de los propios corredores. Ni que decir tiene, que, como todos, me pongo a corear el oe oe, al igual que mi vecino americano de la izquierda, con un acento inconfundible. No sabría definir muy bien lo que sentí en ese momento, pero es algo totalmente mágico. Quizás se trata de demostrarle a la gente que, pese al esfuerzo, estamos disfrutando, o que vamos sobrados de fuerza, o.... yo que se, aquí me rindo. El que quiera averiguarlo que se pase por allí el 28 de abril de 2013 y lo experimente por si mismo. Y ahí no acaba todo, de telón de fondo la Gran Vía.

A partir de aquí los gritos de ánimo se multiplican y todo pasa rapidísimo. En Callao hay una pantalla gigante donde están retrasmitiendo la Marathon. En ese momento estan apareciendo las primeras chicas, que están ya saliendo de la Casa de Campo (¡casi no nos queda nada a nosotros para llegar allí!). Aparece el tiempo que llevan, y comento con una chica la diferencia entre el tiempo oficial y nuestro tiempo de salida. El suyo es de 5 ó 6 minutos, mientras que el mío es más de 9. Esta conversación tiene lugar en Preciados y, al final, la Puerta del Sol.

El km 0 de la geografía nacional para nosotros es el 18 y pico, pero te deja sin palabras pasar por allí. Conforme trazas la curva, ves a la gente agolpada en el lado izquierdo y a la derecha un escenario con un concierto (todavía manos en alto). Te gustaría pararte para disfrutar del momento, pero precisamente eso es lo que no debes hacer, sino enfilar la Calle Mayor, pasar por el Ayuntamiento y dirigirte al Palacio Real. Al final de esta calle hay duchas y me meto de lleno, tenía bastante calor.



La Plaza de Oriente es muy espectácular, pero el suelo es empedrado en muchos tramos y destroza los pies. Además hay que esquivar bordillos, bolardos y hasta unas cadenas, pero sin mayor complicación. Llegamos al km 20. Me toca segundo gel y, justo a continuación me estarán esperando mis chicas con los otros dos. Saco el gel del bolsillo de la camiseta y cuando me dispongo a zampármelo oigo mi nombre. ¡Cielos! Están ahí, a mano derecha y yo por la izquierda. Pego un giro de 90 grados, casi me llevo por delante a alguien y llego a su altura. Me preguntan que qué tal, de momento tampoco miento y les digo que genial. Les pido los dos geles y me piro. Llevo el gel que me tengo que tomar en una mano y los otros dos para guardar en la otra. Resuelvo la ecuación y me planto justo en el avituallamiento. Pido a Dios que este gel no sea tan asqueroso pero Dios no me escucha. Otra vez a devorarme medio litro de agua para pasarlo.

El paso por el centro ha sido de lo más entretenido y ameno y nos hemos ventilado otros 5 km casi sin darnos cuenta (pero las piernas si que se han dado). En el 20 sigo llevando un promedio de 5´35". Todo va viento en popa.

Al final de la calle Ferraz, justo antes de la Media, vemos como los médicos asisten a un corredor y parece algo serio. Nos miramos pero no comentamos nada. La pancarta y la alfombra de la Media está justo ahí y, afortunadamente, aparece la típica broma de "venga, que ya sólo queda la mitad". El tiempo de paso por la media es de 1h 58´28", por lo que de seguir así, no sólo acabaré, sino que bajaré de 4 horas (iluso de mi).
Aprovecho las eses de bajada que nos llevan a la Avenida de Valladolid para soltar los brazos, que llevan lo suyo. Justo en dicha avenida, una niña hace el siguiente comentario: "vamos, que valéis mucho para correr", a lo que mi compañero de la izquierda y yo empezamos a partirnos de risa y a comentar entre nosotros: "para otra cosa no valemos ni pa tomar por culo, pero para correr, un montón". Acto seguido adelanto a uno disfrazado de policía (pantalón largo y gorra). ¿Estaré delirando?.



Entre tanto, atravesamos el Paseo de La Florida y llegamos al km 25, entrada a la temida Casa de Campo. Justo allí están Fátima y Mirian para darme otro empujoncito (puede que nunca lleguen a saber lo necesarios que resultan, pero por si sirve de algo, diré que las cuentas atras que te haces durante la carrera son con respecto a los puntos donde los tuyos te están esperando, no con kilómetros ni pancartas).



¡Todavía no tengo que mentir si digo que voy bien!, y el ritmo medio sigue siendo de 5´35". Además en ese punto hay concierto, y nos reciben con los primeros acordes del "I surrender" de los Rainbow. Temazo y brazos en alto (eso si, por última vez en mi caso).



Y hasta aquí lo bonito. Bueno, luego vendrá más. Pero empieza la tortura. Cuando leía o me hablaban sobre el muro, mi mente se iba hacia un cansancio progresivo y que iba a ir notando poco a poco conforme pasan los kilómetros. Pues no, gilipollas, si lo llaman "muro" es porque es precisamente un "MURO". Allá por el km 25,5, acabamos de pasar una rampa infernal, y mi cuerpo dijo basta de una zancada a la siguiente. Se me vino todo el cansancio de golpe. Todas las peores sensaciones salieron a mi encuentro. La buena noticia ante el fallo de las piernas fue que allí estaba la cabeza. Tras una rápida evaluación de daños, llego el diagnóstico. Primero de todo: el objetivo no es bajar de 4 horas sino llegar, o lo que es lo mismo, ve como te salga de los huevos, pero ve. Así que me puse a ello. Baje el ritmo en más de un minuto el kilómetro y me dije que caminaría, pero iba a posponerlo hasta no poder realmente más.

Y así fue, arrastré los pies más que corrí hasta el 29,5, y en ese momento me puse a caminar hasta el avituallamiento, apenas 400 metros. Además, en el 30 y en el 35 me tocaba gel. Me adelantó una chica sudamericana que llevaba un cartel rígido de un metro de alto colgado en la espalda en plan "no se quien no te olvidamos", que digo yo, que podría habérselo puesto en la camiseta. Pero no estaba yo para decir mucho. Antes había adelantado a un troglodita. Sin comentarios.

En la Casa de Campo, además de ser cuesta arriba, hay menos gente, pero en cuanto te ven caminando los ánimos se triplican. Llegue andando al avituallamiento con la firme decisión de tomarme el gel, beber y a correr (se acabo el vaguear). Y así lo hice, abrí el gel anticipando la arcada y, ¡oh, sorpresa!, estaba bueno, más líquido y con mejor sabor. Mi suerte estaba cambiando, y en que momento. Me pegue un buen trago de agua y recuerdo que también tome Powerade. Había que arreglar el desperfecto como sea. Y me puse a correr. Además en la salida de la Casa de Campo, en el km 32 me esperaba mis Team Managers de nuevo, y no quería que me vieran arrastras, no vaya a ser que me dijaran que lo dejara y me convencieran. Antes me encuentro con una patinadora a la que le pido reflex para los isquios, en este caso los dos, y, por una razón que aún no he llegado a comprender, la chica no lo sabe echar. Afortunadamente, viene otra corredora con más prisa y me lo echa a mi, para luego echárselo ella. Voy a aprovechar este comentario para, independientemente de este tonto desliz, agradecer enormemente el apoyo a los voluntarios.

Llega el km 32, un montón de gente otra vez apoyando, y allí me esperan. Les pido una barrita, esta vez tengo mucho hambre. Me paro cinco segundos a su lado haciendo ver como que así nos organizamos mejor y ocultando mi estado. Me preguntan cómo voy y, ahora si, miento como un concejal, y les digo que bien. Aún así les reconozco que es muy duro y quedo con ellas en la meta. Esta vez me como la barrita yo solo, me había guardado un botellín de agua del avituallamiento anterior para eso.



Paso un par de kilómetros tranquilos y a ritmo no muy fuerte pero constante. La cuenta atrás de los últimos 10 ha comenzado. Cruzamos el Manzanares en el 34. Quiero parar a caminar de nuevo, pero me vuelvo a obligar a esperar al avituallamiento. Esquivo unas duchas porque me he quedado frío, creo que por el aire que corre que me ha enfriado el sudor, porque el sol pega de justicia. Damos un par de giros a la izquierda y veo a un par de corredores que se meten en una frutería (supongo que a por plátanos). Espero que llevarán dinero para pagarlos, o que el frutero se apiadara de ellos.

Llega el 35 y su avituallamiento. Mismo proceder, camino unos 400 metros, me tomo el gel con su agua (éste es cafeina pura y está más bueno que el otro), algo de Powerade, y en cuanto paso y giro a la derecha por la Calle Segovia, a correr. La trampa, dicha calle es una cuesta arriba mortal, pero la decisión ya está tomada y no hay marcha atrás. Me digo que quedan 5 para los 40 y de los últimos 2 me olvido, tratando de engañar a mi mente.

No se porque extraña razón, o mejor sí lo se (pero no quiero preguntar que llevaba el último gel), me meto tres kilómetros a ritmo de 6 minutos el km, casi como al principio. He pasado tres largas avenidas y ¡estoy en el km 38!, al final de Acacias. En este momento la concentración de público empieza a ser considerable. Llegados a Atocha (km 39), se estrecha la calle, ya que hay un tunel a la izquierda, y con ella el público. Misma sensación que cuando los ciclistas están subiendo el Alpe d´Huez. Apenas el espacio justo para pasar y miles de brazos que aplauden y animan a apenas unos centímetros de ti. El resultado: vas solo, flotas, vuelas, ni notas lo que llevas encima.

Parece que ya está todo hecho, pero la Marathon de Madrid te reserva una sorpresa más, en forma de la más cruel y despiadada rampa que uno pueda imaginar. Le echo un par y me la subo corriendo. El 90% de la gente andando. ¿Y de qué me sirve? De nada, porque llego arriba y me pongo a andar. Pero creo que es más para coger fuerzas de cara a la llegada, y, aprovechando el último avituallamiento, trinco un botellín de agua, le pego cuatro tragos y a funcionar. La valla del Retiro a la derecha y al fondo, mirala, mirala, mirala, mirala, mirala, la Puerta de Alcala. ¡Qué alegria da verla!

Llego a la rotonda y giro a la derecha. Gente a mares. La cabeza ya empieza a dar vueltas. Las emociones se disparan. Km 41. Cámaras de fotos, de vídeo. Familias acompañando a los suyos, niños, maridos y mujeres. Miro al fondo. Pedazo de escenario. Suena una canción de M-Clan (luego me entero de que quien la tocaba era M-Clan). A mi izquierda una mujer sujeta un cartel que reza: "Vas a ser papá". Menos mal que se lo pone ahora, porque en el km 2 se hubiera parado.


Empiezo a correr a muerte. Me acuerdo de los entrenamientos. De Zaragoza, de la ribera del Ebro. Del aire que sopla siempre por allí. Me acuerdo de mi hermano que me metió en este embolado (¡qué pena que no esté aquí!). De mis padres, orgullosos de lo que estoy haciendo. De mis amigos que han montado un dispositivo para ir informándose de mi paso por los distintos kilómetros. Y sobre todo de Fátima, que no sólo ha tenido que aguantar horas y horas de entrenamiento y de carreras, sino que me ha apoyado hasta el final, y nunca mejor dicho, porque en cuanto entre por la puerta del Retiro va a estar ahí para compartir conmigo una meta que es tan suya como mía.

Giro a la derecha. Entro en el parque. Al principio es cuesta arriba pero ya me da igual. Voy rapidísimo. La cabeza sigue a lo suyo. Llega la zona vallada. Pancartas. Miles de personas. Miles de voces. Y en ese momento solo escucho dos. Fátima y Mirian están allí. Me llaman. Las miro. Levanto el brazo. Hemos ganado.



A partir de aquí cambia la pendiente. También mi cabeza. Deja a los demás y se queda conmigo mismo. ¿Qué hemos hecho para conseguir en 8 meses pasar de no correr nada a completar una Marathon? Todo pasa por mi mente. La dedicación, el esfuerzo y el sacrificio tienen la más bella recompensa. Menos mal que llevo las gafas, se me escapa alguna lagrimilla de la emoción.

100 metros. Un grupo de cuatro chicos va delante de mí y se cogen de las manos para entrar. Freno un poco para tener mi espacio, mi momento. 50 metros. 25. Levanto los brazos. Saboreo el momento. Cruzo la meta. Paro el Garmin. 4h 16´ 38". No está mal. Como dijo Filipides: Nike.

¡¡¡SOY MARATHONIANO!!!

2 comentarios:

  1. Precioso Daniel

    Que pena de periodista deportivo se pierden los diarios de este país. La verdad es que tiene que ser una experiencia inolvidable. Un abrazo enorme. Chapeau por la cronica y la música!

    Tu amigo Miguel

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  2. (Fe de erratas: donde dijo "que pena de periodista deportivo" se quiso decir "...que pena el gran periodista deportivo...")

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