viernes, 20 de abril de 2012

MARATÓN DE MADRID 2012 - CÓMO EMPEZÓ TODO

Dijo Lao-Tse que un viaje de mil millas comenzaba con el primer paso. Quizás sea dificil de ubicar donde empezó todo, pero una serie de hechos me llevaron, de forma totalmente insospechada, a correr la Marathon de Madrid el pasado 22 de abril.

Volvamos la vista atrás para buscar una explicación. Pero no mucho. Estamos a finales de mayo de 2011, y mi espalda, siempre maltrecha, me da un tirón que casi no me deja ni moverme. Visita al traumatólogo, placas y conclusión. Tengo listesis (una desviación de la columna), y o me pongo a nadar y a bajar buena parte de mis 91 kg. o pronto tendré que operarme. Y como a mi eso de los quirófanos me da pánico, opto por el Plan A.

Al día siguiente me apunto al gimnasio y me pongo a nadar esencialmente. Recibo un cursillo, porque lo de nadar y yo no nos llevabamos bien hasta entonces. Aprendo a nadar decentemente y además me gusta. Voy intensificando el ritmo y lo alterno con algo de musculación y alguna clase de escuala postural.

Pasa el verano y seguimos a ello hasta que un buen día mi hermano, corredor experimentado, me dice que porque no corro una carrera que hay el fin de semana siguiente. Al principio me quedo mirando con cara rara, pero soy bastante "echao p´alante", así que le digo que si.

Lo primero que hay que saber es que yo no había corrido en la vida, excepto de chaval, aunque si que había hecho bastante montaña (un punto de partida).

La carrera en cuestión es una 5k, en los Pinares de Venecia, y decido prepararme mínimamente. Una cosa es que sea popular y otra hacer un ridículo espantoso. El miércoles corro 2 km. en la cinta y el viernes me voy con mi hermano al Parque del Agua a correr 3 km. El ritmo es de alrededor de 6 min./km. Demoledor.

En cualquier caso, allá que vamos. El domingo 9 de octubre comienza mi periplo oficial como runner. Con unas zapatillas cualquiera, calcetines del Decathlon, un pantalón de tenis y una camiseta, eso si, de running, me dispongo a tomar la salida.



Por si fuera poco, la carrera es con constantes subidas y bajadas y por tierra. Salgo fuerte y a los dos kilometros voy reventado. Me pasa hasta el apuntador. En el km 4 tengo que parar. Sigo, y cuando miro mi super reloj con cronómetro Kalenji me doy cuenta de que mi tiempo se va a ir a 33 minutos. Eso si, en la curva de entrada en meta dicen por megafonía que el recorrido tiene realmente 5,6 km. Pues vaya gracia. En cualquier caso el tiempo no es tán lamentable.



Cuando llego parece que he corrido una Ironman. Me voy al suelo desfondado.... pero ya soy un runner y, lo mejor de todo, ¡hostia!, estó me gusta.



A esa experiencia le siguieron la 5k de la Ibercaja pasando ligeramente de 25 minutos, la 5k de la Marathon de Zaragoza, donde conseguí bajar de los 25, además de recibir un picotazo venenoso al ver entrar a los "heroes" que completaban la Marathon. Ese veneno solo hay una forma de expulsarlo.

A finales de año corrí la San Silvestre de las Fuentes, otra 5k donde aprendí que correr el día despues de la cena de Noche Buena y la comida de Navidad no era buena idea.



Al mismo tiempo que del running, me habían metido el gusanillo de la BTT. Allá que voy también, alternando salidas en bici con salidas a correr.

El día 29 de enero llega el momento de dar un paso más, las 10k. Me preparo a fondo y una semana antes hago el mismo recorrido que en la carrera en menos de 50 minutos. Estoy pletorico cuando en ese momento ocurre lo peor. El día de antes de la carrera, volviendo a casa con la bici, un perro me tira, dejando mi cadera para el arrastre. Ambulancia, urgencias, una semana de baja y, lo peor, adiós 10k. Además voy a ver correr a mis amigos (todos ellos reventaron el crono) y aún me duele más no poder participar.

En cualquier caso la vida sigue, y ni dejo la bici ni dejo de correr. De hecho en febrero corro un par de pruebas. El día 19 una 6k en el Parque Grande y el 26 una Duatlon Cross (6k + 20k btt + 3k) en algo más de 1h 40´. Mi primer contacto con una carrera de resistencia.



Pero en febrero, antes de las carreras se produce un hecho muy significativo. Un día, estando en la tienda de running comprando qué se yo, me encuentro en el mostrador con el folleto de la Marathon de Madrid. Fue un flechazo. Todo era perfecto y lo planee en 5 minutos. Además, era el 22 de abril, y el 23 es San Jorge y fiesta en Aragón, lo cual lo ponía más fácil. La decisión ya estaba tomada y a partir de ese momento llegó el aluvión de críticas. Estás loco. No estás preparado. Te vas a romper. No la acabas ni de coña...

Si conocéis a algún aragonés de pura cepa sabréis de sobra que si se le mete algo en la cabeza ya no se le puede sacar. Es mi caso. Se que los plazos eran cortos, pero podía entrenar esos dos meses con la vista puesta en esa fecha y, por lo menos, intentarlo. Así cuando llegara la de Zaragoza es septiembre ya sabría de que iba la cosa.

A mitad de febrero sacamos los billetes del AVE y cogemos el hotel. La inscripción a la carrera vendrá más tarde debido a un problema con unas zapatillas que tardan en llegar (y que podrían no haber llegado nunca porque me destrozaron el pie). Les propongo al resto de los amigos el plan, pero sendas caidas de bicicleta (bastante más serias que la mía) los dejan fuera de juego.

En marzo me esperan tres carreras seguidas. La del Ebro (una 18,5k por tierra con mucha rampa), la de la Primavera (5 k por asfalto en el Parque Grande) y, como no, la Media Marathon de Sabiñánigo (prueba de fuego para lo de Madrid).

La del Ebro transcurre sin problemas, me encuentro bien y acabo en 1h 40´. Muy buenas sensaciones. Vamos por el buen camino.


Y aquí empiezan los problemas, gracias a las antes mencionadas zapatillas, empiezo a sentir unas molestias en la planta del pie derecho. Al principio no es mucho, y corro la 5k con ellas a 4´30" el km. El resultado, una fascitis plantar de caballo a una semana de la Media. Se encienden todas las alarmas. Hielo, Voltaren, Fisio y reposo obran el cuasi milagro.


El día de antes de la Media vamos a Biescas y por la tarde cuando entreno no las tengo todas conmigo. Llega el domingo y allá que vamos. Por supuesto, uso mis Asics de toda la vida, además de estrenar mis medias compresivas. Conforme voy corriendo me encuentro más a gusto con el pie. En el km 14 tengo una molestia, pero en los isquios (nada que el reflex no pueda solventar). Finalmente llego esprintando y en un tiempo de 1h 57´. En la foto se me puede ver corriendo junto a la campeonísima Mª José Poves (de azul).


La prueba de fuego está superada. Dentro de 4 semanas lo único que tengo que hacer es esto mismo dos veces (que fácil suena así).

Las siguientes semanas voy alternando distancias y ritmos. A falta de dos hago uno de 14k a buen ritmo. Es el último largo antes del Día D. Sigo mimando mi pie a diario. Me he comprado otras Asics. Que poco se parece mi equipamiento de ahora con el de aquella primera carrera, y sólo han pasado unos meses.

Las dos últimas semanas, bajada de ritmo y descanso activo. Si, si, si, nos vamos a Madrid.

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