martes, 22 de mayo de 2012

MEDIA MARATÓN DE ZARAGOZA 2012 - EL PLANTEAMIENTO

¡¡¡Dios mío, cuanto tiempo!!! Pero ya estamos de vuelta. Situémonos. Este blog nació en principio con la única intención de narrar lo acontecido en la Maratón de Madrid. Pero como en este mundo nada sale según lo planeado, pues aquí estamos otra vez, dándole a la teclita. ¿Los motivos? Varios. Seguidme y os lo cuento.

Uno de ellos es la espectacular acogida que ha tenido. 200 visitas en apenas 15 días, algunas de ellas desde el extranjero, le dan alas a uno como para seguir escribiendo. Esa acogida también se ha visto plasmada en los comentarios, ya se que en el blog sólo hay un par, pero personalmente me los han hecho muy a menudo y estoy encantado con que la gente me diga lo que le parece, me haga sus sugerencias, sus quejas o, simplemente, me anime a seguir, corriendo y contándolo después.

Pero hay otro que me ha hecho decidirme definitivamente. Este blog, escrito por un pobre "desgraciao" que lleva cuatro días corriendo ha sido capaz de motivar a gente, y eso es algo que me hace enormemente feliz. Tengo enganchados confesos al blog y un caso muy particular que os narro a continuación.

Como más o menos deje claro en las entradas de la Maratón, yo empece a correr con un grupo de gente (mi hermano y unos amigos). A dos de estos amigos, Miguel y Rodrigo, sendas caídas de bici les dejaron en el dique seco por una temporada. Miguel ya había empezado a correr y a hacer algo de bici, pero había descartado la idea de hacer la Media. Lo máximo que había corrido eran 10k y le tenía bastante respeto. Yo sabía de sobra que podía, pero no force la máquina. Carreras hay más que longanizas.

Hasta que un buen día, camino de La Romareda para ver como el Zaragoza obraba un milagro al grito de ¡Si se puede! (caray, como me suena eso), recibo un whatsapp de Miguel preguntándome si todavía se puede apuntar a la Media. Lo primero que hago es ponerme muy contento. Ya estábamos apuntados mi hermano y yo, y así seríamos tres. Le contesto que por supuesto se puede y cuando quedo con él me dice que otro amigo también iba a correr y que el gusanillo le estaba empezando a picar. El caso es que al poco, hablando con María (su novia, mi buena amiga y una runner más), me culpa a mi de lo de la Media, y cuando le digo que yo no le he dicho nada me dice que ya lo sabe, pero que ha leído el blog. ¡¡¡Comorrrrrrr!!! Así que este maldito blog había hecho, en cierta medida, que un gran amigo se animara a correr una Media. No se hable más. Hay que seguir con ello. Objetivo: TODO DIOS A CORRER.

Y ahora centrémonos en la carrerica (que bien traído, por lo del nombre digo). Entre la Maratón y la Media había tres semanas, tiempo más que suficiente para descansar y prepararse. Pero claro, ¿qué sería de correr sin eso de marcarse uno sus propias metas? La Media de Sabiñánigo había sido una preparación para lo de Madrid. La carrera no era un fin sino un medio. Pero esta de Zaragoza ya era otra cosa. Aquí me propuse dar una vuelta de tuerca más, buscar mis límites y, además, hacerlo en mi ciudad, en un recorrido fantástico que recorría el casco histórico y las dos riberas del Ebro.

Esas metas son casi siempre en forma de tiempo, y la mía se llamaba 1h 45´. O lo que es lo mismo, meterle medio minuto a cada kilómetro con respecto a Sabiñánigo. Ojo a la tontería. Hasta yo, que mira que soy lanzado para esto, creía que era una barbaridad. Pero nos pusimos manos a la obra.

La primera semana después de Madrid no me puse unas zapatillas hasta el sábado, y eso que el jueves ya quería. La sesión de chapa y pintura de Silvia, la fisio del gimnasio, me había dejado nuevo (¡¡¡qué manos!!!). Bueno, manos y un gancho maligno de tortura que tiene por ahí escondido. Ese fin de semana hice 3 km cada día a ritmos fuertes. El jueves subí a 6 km y el domingo a 10 km en 47,58, acababa de bajar mi mejor 10k en un minuto y medio y estaba entrenando (como se nota que el cuerpo ya se va poniendo en forma). Nos habíamos plantado ya en la semana de la carrera y sólo salí tres días, el lunes a trotar y el miércoles a hacer 5 km, siempre por debajo de 5´ el km.

El día de antes por la mañana quedamos los tres (Miguel, mi hermano y yo) para recoger el dorsal en el Pabellón Príncipe Felipe. Tres corredores, tres objetivos, todos ellos adecuados a las circunstancias. Mi hermano que es un bestia va a por 1h 25´. Yo me iré a 20 minuticos más y Miguel quiere lo que yo en Sabiñánigo, primero llegar y si se puede bajar de 2 horas mejor (no me cabía ni la más mínima duda de que lo iba a hacer, incluso podría haber venido conmigo, pero la prudencia es una virtud).

Por la tarde fui al gimnasio y salí a dar una pequeña vuelta (otros lo desaconsejan, pero a mi me gusta salir a soltar las piernas el día de antes). Hacía un calor y una humedad que no era ni medio normal. No me lleve el Garmin, pero creo que no haría ni 2 km. y sudé como si hubiera hecho una Ironman. Además se estaba levantando aire (¡como iba a faltar el cierzo a una carrera en Zaragoza!).

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