martes, 22 de mayo de 2012

MEDIA MARATÓN DE ZARAGOZA 2012 - LA CARRERA

13 de mayo de 2012. Otra vez estamos en las mismas. A correr se ha dicho. Y, como no, a madrugar. A las 7 tocan diana. Me ducho y me atizo un batido proteico asqueroso (*asqueroso no es la marca) y una barrita energética. Me visto (misma indumentaria que en la Maratón, que tan buenos resultados me dió). Cogemos las cosas Fátima (otra vez sufriendo conmigo) y yo y nos vamos en dirección a la salida. Aparcamos en el gimnasio que está cerca para poder ducharnos luego allí y, porque no, un poquito de SPA y piscina exterior.

Nos juntamos mi hermano, Miguel y María, Fátima y yo y nos vamos para la salida, donde nos esperan también Rodrigo y María (su mujer). Falta una hora y comienza el ritual. Calcetines, zapatillas, vaselina, isostar, y un poquito de calentamiento. El aire que pensábamos iba a ser salvaje no es para tanto, al menos en mi opinión, pero hace muchísimo calor. Hago el pipí del miedo y ya sólo quedan 10 minutos. Hablo con mis padres que también van a venir a vernos y me dicen que se van a retrasar un poco. Hacemos piña, nos deseamos suerte y nos vamos cada uno a ponernos con nuestra liebre.

Mis sensaciones son extrañas. Por un lado, parece que lo de la Maratón me ha quitado un peso de encima, pero por otro el reto que me acabo de marcar es la hostia. Tengo malas vibraciones, pero una vez allí que vas a hacer. Me coloco detrás de la liebre y allí empieza a cambiar todo. Os presento a Don Jesús Arroyo, un tío que sería capaz de llevar con su megafono a Falete a correr la Maratón con los etíopes. Pedazo de crack. Luego le dedico una entrada del blog. Las vibraciones vuelven al instante. Preparados, listos, ya.

Me quedo detras de la liebre, al principio andamos y cuando faltan 50 metros para el arco empezamos a trotar. Busco a mi gente y les saludo. Al principio hay mucho codo y pisotón. Procuro que la liebre no se escape mucho pero es difícil, y eso que el ritmo al principio no es muy alto. Lo intento porque si se te va tienes que dar tirones y eso es lo que te mata. Enseguida giramos hacia las murallas. Empedrado, bordillos altos... hay que ir con mucho ojo. La calle Manifestación es más tranquila y completamos el primer km, eso sí, en 5´08". Va a haber que apretar.


Cruzamos Don Jaime y el tramo del Coso a mayor ritmo. La calle San Vicente de Paúl, y por algún motivo que aún desconozco, está llena de vallas y conos por el centro, cuando en realidad todos los carriles estaban cortados para la carrera. Todavía hay mucha gente y hay que andar con mil ojos. Alguno se plantea que podrían haber puesto un pozo también. Justo en el km 2, que hemos hecho en 4´53", giramos hacía las estrechas calles de detrás de la Seo. Por un lado, es realmente bonito pasar por un marco como ese, pero por otro son muy estrechas y reviradas. Llegamos incluso a parar en algún que otro embotellamiento. ¡¡¡Parecen los Sanfermines!!! Aprovechando el eco de sus calles, nos da por gritar el ¡Si se puede! Con el que el Real Zaragoza conseguiría permanecer en primera esa misma noche, logrando la mayor remontada de la historia de la liga.

Aparecemos de nuevo en la Plaza del Pilar y allí nos espera nuestra gente. Al primero que veo es a Ángel, otro amigo (y runner todavía de menor distancia, conste que digo "todavía") que ha llegado más tarde. Luego aparecen todos los demás. Mis padres ya están allí también. Su aliento, como siempre, fundamental. Salimos a Echegaray con viento a favor y cruzamos en ambos sentidos el Puente de Hierro, con el viento incordiando por todos lados. Jesús nos dice que nos tapemos los unos a los otros para evitarlo en la medida de lo posible. En el puente hemos pasado por el km 3 y se nos ha ido a 5´01", consecuencia del trazado.

A partir de ahora llegan los kilómetros fuertes. Avenida ancha y viento a favor. Jesús nos dice que nos abramos para que el aire nos empuje. Así lo hacemos y empezamos a apretar. Dos km a 4´32" y 4´29" respectivamente nos mandan al primer avituallamiento. Trinco un botellín y le pego dos buenos tragos. Sólo llevamos 5 km pero el calor está apretando de lo lindo. Justo después del avituallamiento llega la subida al puente de del 4º cinturón. Es corta pero pica. Jesús nos recomienda que no talonemos, que nos inclinemos para adelante y que, por supuesto, subamos cada uno a nuestro ritmo, que ya recuperaremos luego. Una vez arriba, nos dice que esperemos un poco hasta volver a coger el ritmo, pues nos hemos pegado un buen calentón. La buena noticia de subir un puente es que luego hay que bajarlo. Ese tramo se hace super cómodo y nos plantamos en el 6. A partir de aquí, todos los km, excepto el último, van a oscilar entre 4´40" y 5´10". Como relojes.



Cuando giramos al Pº de la Ribera llega lo duro. Aquí el aire pega de lo lindo (y eso que podría haber sido peor). Hay un muro a la izquierda y todos buscamos su protección. Lo bueno es que en un km giramos hacia el Pº de Longares y aquí transcurren 2 km muy cómodos y a buen ritmo. Casi es el primer momento de tranquilidad de toda la carrera. El primero en el que te concentras sólo en correr y en llevar bien el ritmo y la respiración.

Acabamos esta zona y vuelta al infierno del viento en contra, otros dos km con sorpresa final, la subidita al Puente de Piedra. Lo curioso es que al ser dos vueltas al mismo circuito, te pasas toda la segunda vuelta pensando en lo duro que va a ser al final de la misma. Justo antes del puente está el avituallamiento del km 10. Saco mi gel amarillo (acierto a la primera) y me lo atizo. No consigo coger un botellín a la primera y alguien que va por la derecha me da el suyo y el coge otro. Le doy las gracias y seguimos.

Volvemos a pasar por la Plaza del Pilar. Mi gente está totalmente desperdigada. Lógico ya que estamos corriendo tres, a tres ritmos distintos y que además Miguel ha preferido que María le diera los geles justo antes de los avituallamientos en vez de llevarlos encima como hago yo. En la plaza ya hay mucha gente animando y eso te da alas, como el Red Bull. Pasamos la media por debajo de 49´. ¡¡¡Menudo tiempazo!!! La buena noticia para mi es que la segunda mitad la vamos a poder hacer más tranquilos. Jesús lo tiene todos controlado.

La segunda vuelta comienza muy tranquila. Ya no hay apelotonamientos, pero si cansancio. En mitad de la calle San Vicente de Paúl aparecen unos pedazo de frikis con un estandarte enorme de Cristo gritándonos "Dios te ama". Más le valdría a Dios dejar de amar y empujar un poquillo. El tramo del Casco Antiguo lo hago relativamente bien. Pero cuando salgo al Ebro tengo una pequeña crisis. Nada más cruzar el Puente de Hierro, aparecen Rodrigo y María en forma de ángeles con un botellín de Isostar. Se lo cojo y me bebo dos o tres tragos buenos. Estoy realmente cansado y además tengo muchísimo calor. Km 14. No las tengo todas conmigo. Y eso que ahora el aire empuja. Para colmo tengo una molestia en el empeine izquierdo, aunque esa ya la conozco y desaparece al rato. Km. 15, avituallamiento y gel rojo (el de la cafeina, el chute, el doping, la droga). Y después la rampita. Llevo un buen ritmo y justo aparezco detrás de uno que va más despacio, sopeso la idea de adelantarlo, pero la desestimo, a ese ritmo vamos muy bien.



Vuelta al puente, recuperación y bajadita. Km 16. Vuelta al viento endemoniado. Km 17. giro hacia el Pº de Longares y mi cabeza haciéndose cuentas de las suyas. Que si ya sólo quedan 3 porque el último no cuenta. Que si eso son dos milquis, etc. Al final se trata de engañarse a si mismo para que parezca que queda menos de lo que queda. Lo bueno que tiene es que mi cabeza, que de normal es tonta, con el cansancio lo es más y se deja engañar fácilmente.

Km 19. Megacrisis. Parece mentira, pero quedando menos de dos km, empiezo a pensar no sólo en no poder bajar de 1h 45´ (el mal menor) sino que dudo incluso de poder acabar. El calor me abrasa. Incluso agradezco el aire en contra del calor que tengo. El hombre del mazo ha venido con toda su contundencia. Pero como Dios aprieta pero no ahoga, al lado del del mazo se ha puesto otro que va a empujar en el otro sentido. El otro día me encontré a Jesús y le pregunte por él, creo que se llama Enrique y acompaña a Jesús en diferentes carreras. Pues bien, esta especie de ángel de la guarda vió en mi rostro la auténtica fatiga y se dedicó a sacar hasta el último gramo de esfuerzo que tenía guardado. ¡Vamos que ya lo tienes! ¡Ahora no desfallezcas! ¡Ya no te queda nada! ¡Eres un campeón! e incluso ¡Afloja un poco si quieres que nos sobra tiempo!, cosa que intuía pero que convino recordar. Desde aquí, para esa persona medio anónima que decidió darme su ayuda a cambio de nada, mi más sincero y enorme agradecimiento. No te lo pude dar en la carrera porque no era capaz ni de abrir los labios.

Gracias a mi amigo, nos plantamos en el km 20 y su avituallamiento. El 90% de la gente pasa de largo porque sólo queda un km, pero yo necesito beber agua como sea, y ya puestos, tirármela por encima. No porque quede poco la rampa del Puente de Piedra es menos dura. Pero de repente te ves bajando, y sabes que al final de esa bajada llegan dos curvas y está la meta. Vuelve a pasar como en la Maratón, me he guardado un poquito para entrar en la Plaza del Pilar como los campeones. Se me ve fuerte, suelto, con brío en las piernas y alegría en la zancada. (¡Si me hubieran visto 5 minutos antes!). Aprieto aún más. Vistazo al Garmín. No hay problema. Ya está hecho. Los veo a todos. Cada uno por un lado, tratando de buscar la mejor foto, pero todos. Les saludo orgulloso y me encamino hacia la meta. Nunca la palabra "meta" tiene tanto sentido como en una carrera. En inglés es Finish, pero eso no representa fielmente lo que significa. No es un final, es una meta.



La cruzo. Paro el Garmín pero aún no lo miro. Tomo aire. Estoy fundido. No me queda nada. Lo he dado todo. Pero vuelve a asomar otra vez más ese orgullo, esa satisfacción de haberte marcado un objetivo y haberlo cumplido. Miro el Garmin. 1h 44´ 16". ¡¡¡Toma, toma y toma!!! Le he metido 44" a lo que me había propuesto y más de 12 minutos a la marca de Sabiñánigo, o lo que es lo mismo, más de medio minuto por km.

Giro a la derecha y me dan la bolsa. Me pongo a rebuscar y encuentro un Powerade (ya un viejo conocido de las llegadas). Me lo atizo del tirón. Me dan otro. Lo mismo. Me siento en el suelo y pillo en la bolsa un botellín de agua. Lo mismo. Me levanto y voy a buscar a los míos. Primero está mi madre. Me da un abrazo y me felicita. Le pregunto por mi hermano y me dice que ha llegado en 1h 25´. Al final se ha ido por 9 segundos. Pero si llegando al final no eres capaz de recortarlos es porque realmente no te has guardado nada, has ido a tope y eres un campeón. La próxima te la meriendas seguro. Y la maratón de Zaragoza por debajo de 3h.



Me dice mi madre que el resto están un poco más adelante y a por ellos voy. Felicitaciones varias, besos, abrazos. ¡Cómo reconfortan! Fátima me pasa la chaqueta para no coger frío e intercambio impresiones con mi hermano. Coincidimos en el calor. A él el aire le ha parecido mucho peor que a mi, pero al ir más rápido se nota más. Estamos esperando a Miguel y aprovecho la valla para estirar los músculos. No se ni por donde empezar. Creo que mañana me va a doler todo.

Aparece Miguel, por debajo no sólo de 2h, sino también de 1h 55´. Me fijo en su cara. No debe ser muy diferente de la mía cuando pasaba por ahí. Reventado, exhausto, destrozado, sí.... pero FELIZ. Vamos a buscarlo. Lo felicitamos todos. Yo le doy un abrazo. Estoy muy contento por él. Héctor y yo nos sentíamos algo responsables y el nos lo corrobora diciendo que a partir del km 16 ha empezado a acordarse de toda nuestra familia. Ha empezado con la liebre de 2h, pero en el km 5 se ha dado cuenta (tal y como yo sospechaba) de que podía llevar mucho mejor ritmo y ha tirado para adelante.



Ya estamos todos. Turno de fotos varias. Todas las composiciones posibles y el Pilar de fondo. No es por casualidad que yo así lo quiera. Soy ateo desde que tengo uso de razón y sin embargo a la Virgen del Pilar la quiero un montón. Algo habrá tenido que ver en esos km finales, que yo se que ella hace esas cosas.

Cuando se acaban las fotos, nos vamos al gimnasio. Me pego una ducha y nos vamos primero al SPA y luego a la piscina exterior, donde se está de auténtico vicio. Hay bastante gente, pero casi todos son corredores que han tenido la misma idea que nosotros. Por supuesto, buen momento para comentar la jugada. Un punto en común: la subida al Puente de Piedra es un infierno. Eso sí, un juego de niños al lado de la del km 40 de la Maratón de Madrid. Salimos del gimnasio y nos sentamos en una terraza donde los tres que hemos corrido nos arreamos unas jarras de cerveza importantes, y después a casita a comer pasta y a ver a Alonso, que siempre que yo corro una media lo hace bien (1º en Sabiñánigo y 2º en Zaragoza). Igual me ficha de amuleto.

Por la noche, y como ya he dicho, mi Real Zaragoza se encargaría de rematar la faena. Si todos los días fueran iguales....

No hay comentarios:

Publicar un comentario