jueves, 30 de mayo de 2013

PUERTOS DE LA RIBAGORZA - MI PRIMERA CICLOTURISTA

Todo lo que pido es el cielo sobre mí y un camino a mis pies.

Robert Louis Stevenson (1850-1894) Escritor británico.

¡¡¡Bien, bien, bien!!! Que fantástica sensación la que experimenté el pasado sábado. Mi estreno en las cicloturistas no pudo tener mejor escenario. Os lo cuento.

Como ya sabéis, desde hace un tiempo me picaba el gusanillo de la bicicleta de carretera, de modo que, como soy algo burrico, me apunte a la Quebrantahuesos (no querías leche, pues toma dos tazas). Eso sí, antes de meterme semejante animalada en el cuerpo, decidí buscar algo para tantear el terreno. Y lo encontré, vaya que si lo encontré.

Todos los años, a finales de mayo, se celebra una cicloturista llamada "Puertos de la Ribagorza". Pues bien, y esto quede claro desde el principio, no he visto en mi vida algo tan bien organizado, con tanta ilusión, cariño y saber hacer. Lo de esa gente es para verlo. Y sin embargo, la carrera ha estado tambaleándose por falta de apoyo. O lo que es lo mismo, una carrera maravillosa, en un marco incomparable, con 3.000 ciclistas que, además, en su gran mayoría pernoctan por la zona, y que no recibe apoyos por parte de aquellos que si los dan para campeonatos de guiñote, dardos, petanca o, porqué no, fútbol de 8ª división regional juvenil, etc. De verdad, me preocupa.

Pero volvamos a la carrera. Se trata de una carrera con dos trazados, el largo de 200 km y 5 puertos (demasiado por el momento) y el corto de 130 km y 2 puertos (que es el que yo hice). La salida y la meta se encuentran en Graus, capital de la Ribagorza, y allí era donde instalaron la feria para recoger el dorsal. Ya cuando llegamos el viernes por la tarde, empezamos a notar la buena organización. Habían habilitado tres zonas de parking, donde un montón de voluntarios te indicaban como entrar y salir y donde aparcar. Varias filas para recoger el dorsal en función del número (que habían enviado previamente por e-mail) y una bolsa donde se incluía un maillot bastante guapo, un gel de frío y aceite para la bici. Son pequeños detalles que hacen mucho. En mi caso, y al tener una casa en la zona, fuimos a dormir allá, junto a mis padres. De hecho, la carrera pasaba por allí, lo que me garantizaba un apoyo extra justo al final del segundo puerto. Cuando me fui a acostar, Fátima me pregunto si estaba nervioso y yo, con una sonrisa de oreja a oreja, le conteste que sí. Que estupenda sensación esa que se produce antes de una carrera, sobre todo cuando algo totalmente nuevo está por llegar, y no sabes lo que te espera.

Llego el sábado, y el consiguiente madrugón. Está vez no arrastre a nadie, ya que debido a los cortes de las carreteras, no era fácil hacer seguimiento, por lo que los demás se quedaron durmiendo mientras yo me atizaba mi barrita y mi zumo y me vestía de ciclista (casi todo de estreno, porque yo lo valgo). Cogí el coche en cuya baca ya esperaba mi "burra", y rumbo a Graus. Media horita de carretera donde mis únicos compañeros de viaje llevaban, en algún apéndice de su vehículo, una, dos o incluso más bicis. Iban a ser mis compañeros de viaje también más tarde.

Llegue a Graus con tiempo suficiente, aparque de nuevo en una zona bien indicada para ello y procedía a un protocolo que es incluso más grande que el del running. Además de mirar que todo en tu cuerpo esté correcto, hay que mirar también la bici. Bidones, ruedas, frenos, cámaras de repuesto, desmontables, cortavientos, chubasquero, gafas, casco... Vamos, la locura. Una vez hechas las comprobaciones, cierro el coche y rumbo para la salida.

Al ser nuevo y siendo consciente que mi lugar no iba a estar entre los elegidos para la gloria 130 km después, me coloco por atrás. Quedan más de 10 minutos pero aquello ya está lleno. Pongo en marcha el inseparable Garmin y empiezo a respirar un ambiente fantástico. Bromas y palabras de ánimo van de un lado a otro de la calle mires para donde mires. Se acerca la hora y al fin llega, pero hay un pequeño retraso hasta que, por fin, a las 8:33 una escopeta dispara al aire y en ese momento me dispongo a disfrutar como un enano de las próximas horas, sean las que sean. Como es lógico, tardo algunos momentos en cruzar el arco. Somos muchos y yo prefiero ser prudente. Todavía no es tiempo de meter la zapatilla en los automáticos. De hecho veo algún enganchón y alguna caída que no me molan nada. Los cinco sentidos en la carretera y porque no tengo más.

Salimos del pueblo en medio de muchísima animación y cogemos la carretera de Capella. Me encuentro muy cómodo y voy a mi ritmo que, por lo que veo, es más lento que el de la mayoría, porque me pasan hasta por encima. Me preocupa poco. Lo que si que me preocupa más es que, nada más pasar Capella, alrededor del km 8 de carrera, empiezo a oír un ruido extraño en la carretera. No, no. No es la carretera. Es la rueda delantera. PINCHADA. Se me cae el mundo encima. No puede ser que acabe de esta manera algo en lo que había puesto tanta ilusión. Pero en ese momento apareció RICARDO. Si si, con mayúsculas. En cuanto me di cuenta del pinchazo, me retire al arcén  di la vuelta a la bici, cogí los desmontables y quite la cámara. Cuando estaba metiendo la cámara nueva ya había pasado hasta el coche escoba, por lo que aunque pudiera arreglarla no sabía como iba a poder reincorporarme. En ese momento aparco a mi lado una furgoneta de la asistencia y apareció Ricardo disfrazado de ángel salvador. No solamente porque arregló el pinchazo en tiempo record (así como los otros dos que le vi arreglar y una cadena rota unos km más adelante), ni siquiera por acercarnos en la furgoneta a los accidentados hasta la cola de la carrera para que pudiéramos continuar. Lo que me dejó impactado fue la energía que nos transmitió, como nos tranquilizó y lo bien que nos trato. "¡Tranquilos chavales, no pasa nada!, ahora os acerco yo y ya está", "esto lo arreglamos en un momento" y cosas semejantes eran lo único que se escuchaba salir de su boca, y todo ello por amor al arte, en este caso al deporte. Un verdadero ejemplo a seguir.

Y en esas nos vimos, unos 15 minutos después a los pies del Puerto de Laguarrés, el último, detrás de las ambulancias que cierran la carrera, pero con las ganas y la ilusión intactas por seguir con la carrera (y las ruedas bien hinchadas).



Salimos juntos los cuatro a los que nos había remolcado, pero enseguida me encontré con fuerzas y tiré para adelante en busca de las ambulancias, a las que no tarde en rebasar, para ir poco a poco adelantando a ciclistas. Aunque hacía fresco, la subida hacía que me sobrara el chaleco cortavientos (ya no me lo volvería a poner). El puerto lo disfruté al máximo. Buena carretera, buenas vistas, buena animación y muy buen ritmo. Llegué arriba casi sin enterarme y a bajar.



Era una bajada sencilla pero me la tome con prudencia. Si había algún bache, hay había un voluntario para decírtelo. Llegué a Benabarre, donde hay un giro complicado, y enfilé hacia Graus. Aunque el ritmo era muy bueno, si note que se había levantado aire en contra, por lo que deduje que al final de carrera también lo tendríamos porque se va en la misma dirección.

Pase por Torres del Obispo y después bordee el embalse de Barasona. Iba completamente sólo. Muy de vez en cuando adelantaba a alguien. Pero todo eso cambio en Graus. La carretera estaba llena de gente animando y a la salida del pueblo estaba el primer avituallamiento, y que avituallamiento. Cuando llegabas, un voluntario se encargaba de colgarte la bici, y en las mesas, había un montón de chicas ofreciéndote lo que quisieras de beber y comer. Coca Cola, fruta, pastas... Perdí poco tiempo (ya había perdido bastante con el pinchazo) y al salir de allí se me ocurrió dar las gracias a los voluntarios, lo que me valió una gran ovación por su parte. Eso, junto al hecho de que empece a encontrarme con pequeños grupos, me volvió a situar en la carrera, olvidándome del todo del tema del pinchazo que había estado dándome mal hasta entonces.

El tramo entre Graus y Campo fue el que mejor se me dio de toda la carrera. Me encontré a varios grupos, pero no me quede con ninguno. llevaba mejor ritmo y me encontraba a tope. Aunque el perfil es siempre de ligera subida en este tramo, la media fue buenísima. La llegada a Campo fue grandiosa. El pueblo estaba lleno de gente reivindicando que no se lleven la ESO, y gracias a ello la animación fue brutal. Yo, que conozco bien esa zona, sabía que al poco de dejar el pueblo venía el puerto gordo, y encima con gravilla, por obras en la carretera. Previsor de mi, hice una parada técnica, que incluyo gel, agua y un pis en el ribazo. Me monte de nuevo y a subir. El puerto era realmente duro, con rampas de más del 8% durante 3 km seguidos, pero seguía fuerte, y el hecho de saber que arriba me esperaba mi familia me hizo más fuerte todavía. En algunos sitios la gravilla hacía hasta derrapar, al llevar todo el desarrollo quitado.



Esos km malos pasaron pronto y llegué al avituallamiento. Esta vez los que se encargaron de mi bici no fueron voluntarios, sino mis padres y Fátima, que junto con algún vecino habían subido a verme.



Es increíble lo fácil que se suben rampas tan duras cuando arriba te esperan los tuyos. También se encargaron de acercarme todo lo que les pedía de comer y beber. Un par de vasos de Coca Cola y un plátano, unas buenas fotos y a seguir.




Llevaba 90 km, quedaban 40 de "supuesta" bajada y cometí el error de pensar que aquello ya estaba hecho. Digo error porque, aunque al principio se bajaba de verdad y el aire no molestaba. En cuanto giramos dirección oeste empezó a soplar el aire de cara con mucha fuerza. Además, de vez en cuando aparecía alguna cuesta puñetera que te rompía el poco ritmo que habías podido coger. Además, el sillín se me estaba empezando a clavar en los huesos. Total, un infierno. Pero de peores habíamos salido y esa no iba a ser menos. 

Cuando me sobraba un piñón pasaba al siguiente y si sobraba el plato grande para eso estaba el pequeño. No iba a gastar ni un gramo más de lo necesario. Estaba muy cansado y quedaba tajo. Y así, poco a poco, y viendo como aquellos a los que había dejado atrás antes me pasaban uno tras otro, fueron pasando los km. Hice una parada para estirar las piernas en el km 110, varios grupos me ofrecieron unirme pero no era capaz de seguirlos ni 100 metros. Mi agradecimiento en cualquier caso. Y de este modo aparecimos en Capella para, al poco encontrarme con la última sorpresa, y es que se rodeaba Graus para entrar por el norte, aunque ya era un tramo más cómodo y pudieron las ganas de llegar. Puestos ya, aún me dediqué a controlar el tiempo para bajar de 6 horas, algo con lo que no contaba antes de empezar. Y así fue, me presente en la meta, ante un montón de público y con la sensación de haber hecho algo grande, de haber vuelto a superarme, de romper de nuevo esa barrera que transforma el querer en poder gracias a la ayuda de todos y a un gran esfuerzo.

A la llegada, por si no habíamos tenido buena ración de organización ejemplar, llego el remate. Servicio de guarda de bicicletas, carpas con barras de bebida y una carpa gigante donde servían unos ravioli al pesto dignos de Ferrán Adriá, además de otras muchas cosas. De camino al coche, me debatía entre el cansancio extremo, un magnífico sabor de boca y muchísimas ganas de llegar a casa para contar mis vivencias y, de paso, meterme un plato de arroz entre pecho y espalda.

Y hasta aquí el relato de una realmente excepcional carrera que ha conseguido que, al igual que en su día recibiera el veneno de la maratón, ahora reciba el de las cicloturistas. ¿Qué será lo siguiente?

1 comentario:

  1. Hola amigo, te felicito de verdad por tu gran aventura.
    Decirte que yo también estuve allí y también fue mi primera marcha cicloturista.
    Me identifico bastante con todo lo que cuentas, yo también me apunté a la QH pero no tuve suerte en el sorteo y por ese motivo me inscribí a "Puertos de la Ribagorza" como plan "B", a diferencia de tu aventura, yo hice el recorrido largo.
    También creé un Blog donde espero publicar entre otras cosas relacionadas ya publicadas la crónica vivida por mí en esa marcha dentro de pocos días, un poco tarde pero no por ello olvidando ni un solo detalle porque la crónica la guardo en papel escrita tan solo un día después de la marcha.
    El enlace a mi Blog es: http://mi2doyo.tumblr.com
    Saludos cordiales y FELIZ NAVIDAD!!!

    ResponderEliminar